¿Es Bitcoin el oro digital? - Parte 1
La historia del dinero que no te contaron en la escuela
¡Hola!
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Aquí encontrarás todo lo que necesitas saber sobre Bitcoin, descubrirás su verdadero potencial, y podrás finalmente aprovecharlo para aumentar tu patrimonio, proteger tu libertad, y mejorar tu plan de jubilación 💰
Mi nombre es José Manuel Ochoa, y aquí te dejo una breve descripción de mi blog:
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En este post voy a analizar el rol del oro en la actualidad y su relación con Bitcoin, para finalmente determinar si Bitcoin es o no “oro digital”. También compararé ambos activos con el dinero que usamos a diario (euros, dólares...), tomando como punto de partida un breve repaso de la historia del dinero, una historia que no te contaron en la escuela.
Bitcoin es una criptomoneda, una innovación tecnológica, y una revolución financiera, pero lo primero que tienes que entender sobre Bitcoin es que es dinero, al igual que el oro. Tanto el Bitcoin como el oro son diferentes tipos de dinero.
¿Y qué es el dinero?
Podría parecer una pregunta tonta, pero realmente es la clave para entenderlo todo.
El dinero es solo una herramienta, y como tal tiene tres utilidades o funciones:
Depósito de valor (te sirve para ahorrar)
Medio de intercambio (lo usas para comprar y vender)
Unidad de cuenta (te permite calcular precios)
Cualquier cosa que cumpla estas tres funciones se puede usar como dinero, y será mejor o peor dinero en función de lo bien que cumpla estas tres funciones, y del uso concreto que queramos darle. No es lo mismo usar dinero para comprar el pan, que para ahorrarlo en grandes cantidades a largo plazo.
A lo largo de la historia diferentes civilizaciones han ido adoptando diferentes tipos de dinero, que han ido evolucionando hasta nuestros días.
En el año 9.000 a.C. ya se usaban granos como dinero, y más adelante se fueron usando otros elementos como conchas, plumas, pieles, especias, o sal, esta última llegó a ser tan valiosa, que el pago por servicios pasó a denominase “salario”, palabra que aún usamos hoy en día.
A partir del año 4.000 a.C. comenzó el uso de metales como dinero, estos metales compitieron con las otras formas de dinero para acabar imponiéndose por un tema de durabilidad: Los metales mantienen sus propiedades a lo largo del tiempo, mientras que las conchas se pueden romper, y los granos se pueden estropear.
De entre todos los metales, algunos también se fueron descartando por ser demasiado abundantes y fáciles de obtener, como el hierro o el cobre, o por ser de difícil manipulación, como el platino, que tiene una temperatura de fusión muy elevada.
Finalmente, el oro y la plata se consolidaron como el rey y la reina del dinero por sus cualidades: son metales escasos, duraderos, y fácilmente moldeables: se pueden crear con ellos monedas, lingotes o joyería, y volverlos a fundir más tarde sin que pierdan su valor.
El oro es todavía más escaso que la plata, no se oxida, y tiene un brillo amarillento que lo hace único, llegando incluso a asociarse con propiedades divinas en algunas culturas. La plata, sin embargo, al contacto con el aire se puede oxidar y perder su lustre, además es más abundante que el oro, y por tanto de menor valor, lo que la hacía útil para transacciones más pequeñas. En la carrera por ser el mejor dinero del mundo, el oro había conseguido el primer puesto, dejando el segundo a la plata.
Hasta ese momento, el dinero siempre había sido algún tipo de bien con valor propio, una mercancía (commodity en inglés), algo comerciable que mantenía su valor en el tiempo con solo poseerlo, ya que su valor no dependía de terceros. Si guardabas monedas de oro o de plata siempre mantendrían su valor, porque su valor provenía del metal con que estaban hechas, y no del respaldo del gobierno que las acuñó. Si había un cambio de gobierno y se acuñaban nuevas monedas, las antiguas se podían volver a fundir y siempre mantendrían su valor, el valor del metal, un valor que no depende de terceros.
Pero eso cambiaría con la llegada del papel moneda (los billetes). Los billetes nacieron como un simple recibo del oro que algunos comerciantes comenzaron a almacenar en bóvedas de seguridad. Se dieron cuenta de que en lugar de ir a por su oro y pagar con él, podían intercambiar directamente los recibos que daban acceso a ese oro. Con el tiempo se fue extendiendo la costumbre de pagar y cobrar con estos recibos, ya que era más cómodo que cargar y comerciar directamente con el oro, naciendo así los primeros billetes (recibos de oro). Estos billetes no tenían valor por sí mismos, más allá de poderse cambiar por el oro correspondiente acudiendo a las bóvedas. Date cuenta de que, el poseedor de billetes tenía algo cuyo valor dependía de terceros (el gestor de las bóvedas de seguridad), mientras que el poseedor de oro tenía algo cuyo valor no dependía de nadie, era algo con valor propio.
La ventaja del uso de billetes respaldados por oro, frente al uso del oro, era claramente la comodidad, pero tenía un inconveniente, y es que poseer esos billetes te exponía al denominado “riesgo de contraparte”. Este riesgo consiste en poseer algo (dinero) sin valor propio, algo cuyo valor depende de terceros, y que podría perder parte o la totalidad de su valor ante un evento inesperado.
De hecho, ha ocurrido ya varias veces a lo largo de la historia que las entidades emisoras de estos billetes han quebrado, no pudiendo devolver el oro a los poseedores de estos billetes, y dejándolos, por tanto, arruinados.
Más adelante, el denominado “patrón oro” se definió como el sistema por el cual era el gobierno quien emitía esos billetes (su moneda nacional) y estaban respaldados por el oro que el país guardaba en sus reservas. El gobierno solo podía emitir tantos billetes como oro tenía almacenado, dando siempre la posibilidad a sus ciudadanos de cambiar los billetes por el oro o viceversa, a una tasa de cambio fija. Este sistema impedía que el gobierno pudiese imprimir más y más billetes de la nada para financiar sus gastos, a costa de crear inflación y la devaluación de los ahorros de sus ciudadanos.
El problema del patrón oro y sus billetes respaldados por oro, es que, al igual que pasaba con los recibos de las bóvedas, existe riesgo de contraparte, siendo la contraparte en este caso el gobierno. Muchos gobiernos han implementado el patrón oro, por el bien de la economía y de sus ciudadanos, pero han terminado rompiendo su promesa de devolver el oro a los ciudadanos que lo reclamaban, dejando los billetes como mero papel que no se podía cambiar por nada con valor propio. Los gobiernos han ido convirtiendo sus billetes en meras “promesas rotas” para poder financiarse ilimitadamente imprimiendo todos los billetes que necesitase, y financiar así algún gasto extra, generalmente una guerra. Esta maniobra de los gobiernos no ha arruinado a sus ciudadanos de la noche a la mañana, pero ha ido devaluando sus ahorros progresivamente (inflación), la cual puede desembocar en hiperinflación, y finalmente colapsar la moneda provocando su desaparición.
La última vez que se estableció un patrón oro fue a finales de la Segunda Guerra Mundial, en la que vencieron los aliados (el bando de EEUU). Mediante los acuerdos conocidos como Bretton Woods (1944), el dólar americano se establecía como moneda líder a nivel mundial, anclando su precio al oro, mediante un cambio fijo, y quedando por tanto respaldada por las reservas de oro de EEUU. El resto de monedas debían anclarse a su vez al dólar, a un cambio fijo, formando por tanto parte también de este nuevo “patrón oro” a nivel global.
Pero en la década de 1960, una vez más, la irresistible tentación de imprimir dinero de la nada pudo con el gobierno de los Estados Unidos, que imprimió más billetes de los que su oro le permitía para poder financiarse en la Guerra de Vietnam. Finalmente, en 1971 se anuló la convertibilidad de dólares por el oro que debía respaldarlos, y quedó así oficialmente destituido el patrón oro para el dólar y para el resto de divisas, estableciéndose un sistema de libre fluctuación entre ellas.
A partir de ese momento (1971), los billetes dejaron de ser un “recibo de oro” que podía cambiarse por algo con valor propio (el oro), y pasaron a ser meros papeles sin ningún valor que la gente siguió usando por inercia, y que aún seguimos usando a día de hoy, ya sea en formato físico (billetes y monedas) o digital (cuentas bancarias). A este dinero se le denominada “dinero fíat”.
Aún hay gente que piensa que los euros o los dólares que usamos (dinero fíat) están respaldados por oro o por algo de valor, pero no es así, no tienen ni valor propio ni respaldo, se imprimen de la nada por los bancos centrales mediante sus políticas monetarias, o por los bancos comerciales mediante la concesión de nuevos préstamos. No hay límite en la cantidad de dinero que pueden imprimir, ya sea en forma de billetes o digitalmente (cuentas bancarias), lo que está provocando la progresiva devaluación del dinero, y es el principal motivo de que estemos sufriendo a día de hoy una alta inflación.
Pero entonces... ¿Qué le da valor al dinero fíat? ¿Por qué seguimos usándolo?
Si quieres conocer la respuesta a estas preguntas y saber también por qué el oro sigue teniendo valor hoy en día, tendrás que leerte la segunda parte del post 😊 :
¿Es Bitcoin el oro digital? - Parte 2
¡Nos vemos en la segunda parte!
Fenomenal breve historia de los sistemas monetarios de la humanidad hasta el actual fiduciario. A la espera de la segunda parte.
Súper interesante saber sobre esta historia!!! Enhorabuena por el contenido 💪🏻